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MI LENGUA, TU SABOR

Mi lengua inquieta busca tu sabor, mi lengua pervertida busca también tus humores, hace ya rato que deliro pensándote, y pensándome encima de ti.

 

Te arranqué la blusa con facilidad y desabroché ese sostén con habilidad, tus sentidos y tu placer están a merced de mis manos, y tu cuerpo canela atrapado en mis ojos brillantes, deleitándose con el exquisito panorama de tus curvas desnudas. 

Uno, dos, desabroché los botones de tu short, y me encontré con esa anhelada figura triangular, de inmediato mi lengua se revolcó dentro de mi boca, ansiando tu sabor. Subí a tus labios y te besé, mis manos recorrieron tu dorso desnudo y bajaron a tus caderas, para retirar esa barrera de Jean que separaba mi lengua de  tu sexo. 

 

Posas tu mirada en mí, no dices ni una palabra, tu expresión de excitación y creciente placer me lo dicen todo; sutilmente me ayudas a deslizar la ropa fuera de ti; tus caderas son ahora mías.

 

Cuando deslicé de nuevo hacia tus caderas mis manos desde tus muslos, un leve gemido se escapó de tu boca, mientras arqueabas un poco la espalda, ahora tienes los ojos cerrados, te excita aún más saber qué haré primero.

 

Recorro de nuevo tus caminos, tus senderos y todas tus curvas con la yema de mis dedos, haciéndote estremecer, mientras crece más y más el deseo en todo tu cuerpo.

Acerqué mi boca, con mi lengua incontrolable a tus caderas, y cuando sentiste la proximidad de mi calor a tu sexo dejaste escapar otro gemido, uno especial, que

pedía que saciara tu placer; abriste tus ojos a la par con tus largas piernas, me sonreíste y te mojaste los labios con esa roja y provocativa lengua tuya. No, no puedo esperar más, mi lengua se hunde en tu humedad y mis manos se aferran con firmeza a tu pecho desnudo y agitado. Tu placer me llama, todo tu cuerpo se estremece en un primer gemido que parecía más un grito suave; mis manos continúan explorando tu cuerpo y mi lengua jugando en las puertas del paraíso, cada vez se encuentra más húmeda la estancia femenina donde descansan mis anhelos. Mi lengua baja su ritmo, te saborea y siente tu calor, y toda tu humedad; arriba y abajo te acaricio con movimientos largos y rítmicos; es el momento de tu explosión.

 

Mi mano izquierda se separa de tu pecho y busca camino a tu sexo, aun con mi lengua disfrutándote, dos dedos se introducen en ti y se envuelven en tu calidez.

 

 Mi lengua ahora se sacude y se estremece entre tus piernas, al mismo tiempo que mis dedos entran y salen de ti con mayor intensidad. Puedo sentir como cada músculo de tu cadera se acomoda el orgasmo que está recorriendo desde tu coño todo tu cuerpo, no han cesado los gemidos de placer y cada vez con más intensidad chocas, explotas en un orgasmo gigante y entre gemidos y tu respirar agitado puedo sentir tu cadera empujándose contra mi boca.

 

El preludio se ha terminado, me levanto de tu cadera y me arrodillo sobre la cama, aprecio tu honda respiración, el sudor de tu pecho agitado bajando hacia tu ombligo y el tono rosado de tus pezones;  mientras posas tu mirada sobre mi torso desnudo, aparto la correa que sujeta los vaqueros contra mi cuerpo, apenas empieza tu fiesta, y tu placer está a punto de estallar de nuevo.

 

 

 

                                                                                                                                    Un Acosta.

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